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Hugo Perea: “La mitad del crecimiento de la economía peruana va a ser aporte del sector minero”

“Sería lamentable no poder subirnos a la locomotora minera, que podría ser un vehículo que jale el crecimiento”, señala en esta entrevista a Desde Adentro

Hugo Perea, BBVA Research

Para Hugo Perea, economista jefe del BBVA Research para el Perú, el contexto internacional no puede ser más favorable para el impulso de las inversiones mineras en el país. No solo para las expansiones de proyectos en operación, sino también para nuevos proyectos. Pero, aunque existen buenas perspectivas de precio del cobre para toda la década —y pronto entrará en operación Quellaveco, uno de los grandes proyectos mineros peruanos a escala global—, eso no lo es todo, asegura Perea. El riesgo de la conflictividad social alrededor de las comunidades que están cerca a los proyectos mineros sigue siendo determinante. “Sería lamentable no poder subirnos a la locomotora minera, que podría ser un vehículo que jale el crecimiento”, señala en esta entrevista a Desde Adentro.

Desde BBVA Research estiman un descenso gradual del precio internacional del cobre debido a que entran en operación algunos proyectos importantes a nivel global y a la ralentización de la demanda. ¿Cómo esta coyuntura podría afectar las estimaciones de producción del sector minero peruano?

Algunas proyecciones a la baja están previendo tres razones. Uno, parece haber un menor crecimiento en China, lo que implica una menor demanda; dos, el incremento de las tasas de interés que van a fortalecer al dólar y eso, usualmente, es un factor en contra de la demanda de cobre; y tres, van a entrar en operación dos proyectos grandes a nivel global: uno es Quellaveco, en el Perú, y el otro es Kamoa-Kakula, en el Congo. Con estos proyectos se cuenta con un poco más de oferta y tienes un poco menos de demanda, que debería generar una leve corrección, porque el mercado todavía va a estar ajustado en términos de inventarios, incluso se espera que el mercado todavía esté deficitario este año. En ese entorno, el precio podría corregir algo a la baja, posiblemente el 2022 y el 2023, y luego, cuando entre la parte más fuerte de realización de proyectos de inversión verde, con mayor consumo de cobre, estamos esperando que en el mediano plazo el precio vuelva a rebotar. Tenemos buenas perspectivas para el precio del cobre para toda la década.

La tecnología para reducir el calentamiento global es uno de los elementos que puede determinar el alza del precio del cobre. ¿Cómo influirá en la demanda?

Se calcula que solo entre la reconversión vehicular, la demanda de cobre podría aumentar 30% respecto de la demanda actual hacia finales de la presente década. Esa es una cantidad considerativa y no hay muchos proyectos mineros. Los proyectos no se hacen de la noche a la mañana. Entonces, vas a tener un mercado de cobre más o menos ajustado, mucha demanda a corto plazo, algunos proyectos que van a dar más oferta. Pero luego empieza el vencimiento de uso de autos a combustibles fósiles en algunos países europeos a partir del 2025 y 2026. Esto va a requerir el desarrollo acelerado de infraestructura para recargar vehículos totalmente eléctricos, ahí vamos a ver que la demanda se va a acelerar. Por eso, tenemos una moderación ligera en 2022 y 2023, pero luego, en 2024, 2025 y 2026, viene el rebote, que es a donde va nuestro horizonte de proyección.

Este año, estima BBVA Research, la producción de cobre crecerá 12.7%. ¿Qué representan estas cifras en comparación con las del año pasado? ¿De qué dependerá que estos niveles se sostengan durante este año?

Hay que recordar que en el 2020 la producción minera y en particular cuprífera tuvieron algunos percances producto de la pandemia. Fue difícil mantener el flujo normal de producción. En particular, el cobre, en el 2020, cayó casi 13% y, luego, en el 2021, hemos visto una recuperación del 5%, lo que quiere decir que hacia el 2021 todavía no estás en tu plena fase de operación, todavía la producción da para más y no la hemos recuperado plenamente. Para el 2022, pensamos que en la producción de cobre vamos a crecer 12.7%. Estamos asumiendo una normalización gradual en las principales operaciones mineras, en particular, cupríferas. Pero somos conscientes de que esta proyección tiene un riesgo: el tema de la conflictividad social alrededor de las comunidades que están cerca a los proyectos. Ese es un factor de riesgo que hay que tener en cuenta porque a veces paraliza la producción o dificulta que las actividades se lleven a cabo de manera normal. Bajo un supuesto de que la conflictividad social no se exaspera más de lo que ya hemos visto, este año estamos proyectando una recuperación de la producción.

La conflictividad social es una de las amenazas latentes en la minería en el Perú. ¿Qué podemos esperar en este año?

En el BBVA Research construimos un indicador sobre la base de cuánto aparece el tema de conflictos sociales en medios de comunicación y cuál es la intensidad de valoración que tienen las mismas sobre la conflictividad social. Estamos viendo que este indicador —que es de alta frecuencia— se está elevando. Eso quiere decir que hay una mayor preocupación por el tema, más allá de lo que pueda reportar la Defensoría respecto al número de conflictos. Esperamos que las autoridades puedan asumir y controlar este tema, que eventualmente puede ser un elemento disruptivo en una actividad que ha aportado y sigue aportando tanto al país en términos de empleo y de inversiones y de desarrollo social.

El empleo en minería ha marcado récord histórico en noviembre de 2021, con más de 240 mil trabajadores directos contratados en la industria. Considerando el impacto del sector minero en la economía peruana ¿qué nos dicen estas cifras respecto de la recuperación económica?

El empleo tiene un comportamiento diferenciado, pero en algunas actividades se ha recuperado rápidamente. Minería es uno de ellos. Si estamos viendo generación de empleo, básicamente son en actividades primarias extractivas como minería y también agroindustria, donde vemos más dinamismo y más recuperación de empleo. No me extraña que esa cifra haya sido un récord en términos de contratación, pero no solo el impacto hay que verlo ahí. Se calcula que por cada empleo directo en minería genera entre 6 o 7 indirectos, o sea, la cifra de 240 mil hay que multiplicarla por 7 para saber todo el empleo total que está arrastrando la minería. Eso está muy vinculado a las obras de optimización y de mantenimiento que hacen siempre las mineras. Pero, ojalá, pudiéramos ver ahora más bien el desarrollo de nuevos proyectos de inversión en un entorno de altos precios de las materias primas. Generaríamos empleo, directos e indirectos, y dinamizaríamos la economía del país, porque la minería tiene muchos eslabones con otras actividades. Desarrollar un proyecto minero demanda materiales de construcción, explosivos, químicos, servicios de seguridad, educación. La recuperación de empleo refleja una recuperación de la actividad. Ahora, imagínate que la actividad apostara por más inversión. Sería un factor dinamizante muy importante. No debemos perdernos ese tren.

Desde la perspectiva macroeconómica ¿cuán importante es atraer inversiones extranjeras en el contexto actual?

Sería muy lamentable si no se generan las condiciones adecuadas para atraer inversiones extranjeras. Como consecuencia de los altos precios de las materias primas, habría una mayor inversión en infraestructura verde y más reconversión vehicular. Esto tiene un upside espectacular. Lo ideal sería generar señales claras por parte del Gobierno, reducir la percepción de riesgo regulatorio, reducir tramitología, tenemos en algunos casos reservas mayores en competidores cercanos, tenemos costo de energía más barato y tenemos altos precios. Entonces, deberíamos estar viendo ya un boom por lo menos en exploración y luego, ojalá, de desarrollo de proyectos que ya están en el pipeline, pero falta la aprobación de directorios de las corporaciones mineras correspondientes, que en un entorno en el que hay algo de incertidumbre no se viabiliza.

Quellaveco y Mina Justa llevan la carga de ser la promesa de la recuperación minera este año después de la crisis sanitaria. ¿Cuáles son los principales obstáculos que considera deberán enfrentar estos proyectos en medio de la coyuntura política y económica peruana?

Aquí hay que distinguir que Mina Justa ya está en operación. Sabemos que entró en operación en julio del año pasado y el aporte del país ha sido en los últimos seis meses, pero este año el aporte va a ser todo el año. El otro proyecto importante local y a nivel global es Quellaveco, uno de los más grandes que va a entrar en operación, pero entra en la última parte del año. Esos dos proyectos son una parte de la explicación de por qué estamos esperando que la minería metálica crezca 8.5%. Dado el peso que tiene el sector minero, este 8.5% representa más o menos 1 punto porcentual de crecimiento. Es decir, estamos proyectando que la economía crecerá 2.3% este año, casi la mitad va a ser aporte del sector minero. Esa es la importancia que tienen estos proyectos. Toda la actividad minera va a aportar 1 punto, pero el hecho de que Mina Justa va a estar operando todo este año y que Quellaveco entra en la parte final en fase operativa va a explicar por qué esperamos todavía una actividad minera dinámica para el 2022.

Después de Quellaveco, ¿se avizora un declive de la inversión minera? ¿Es necesario gatillar las inversiones mineras para no poner en riesgo las reservas?

Efectivamente, en el pipeline hay un conjunto grande de proyectos mineros, pero el único que está casi por concretarse es la planta de tratamiento de sulfuros de Yanacocha. Es un proyecto de más o menos US$ 2,200 millones, proyecto relativamente grande, es un 40% de lo que es Quellaveco, que es un megaproyecto de más de US$ 5,000 millones. Ese es el único grande que hay y está sujeto a la aprobación del Directorio de Newmont hacia el segundo semestre. Newmont se ha comprometido a desembolsar para obras de movimiento de tierras, US$ 500 millones, pero el proyecto en sí no sabemos si finalmente se aprobará. Hay una alta probabilidad de que así sea. Hay otros proyectos en el pipeline, pero no vemos que se vayan a concretar rápidamente. Ojalá veamos que las inversiones se normalicen y podamos estar hablando de una situación más expectante que nos favorezca a todos.

A modo de balance, ¿cuáles considera son los tres grandes desafíos que debe enfrentar el Perú para la recuperación de la minería?
El primer punto clave es bastante claro: los precios están altos y son un factor determinante en la inversión minera. Pero las autoridades deben dar señales que generen confianza. Si uno mira que hay incertidumbre, que no hay señales claras, que algunas autoridades salen a decir que el plazo de operación va a expirar de manera discrecional y en contra de lo que siempre se ha hecho, por más atractivo que pueda ser el país en términos de costos de producción, no se generarán [las inversiones]. Sería lamentable no poder subirnos a la locomotora minera, que podría ser un vehículo que jale el crecimiento.

El segundo elemento que hay que enfrentar es, sin descuidar los aspectos ambientales obviamente, ver cómo hacer una mayor simplificación de los procesos administrativos alrededor de los desarrollos mineros. La tramitología se ha elevado enormemente en los últimos años y eso es un desincentivo para la actividad.

El tercer elemento está asociado con reducir la sensación de riesgo regulatorio y que las reglas del juego cambien abruptamente sin mayor sentido, sin consideraciones técnicas, y por cuestiones políticas, lo cual sería lamentable.

¿Cómo dimensionar el aporte de la minería al país que podríamos estar desaprovechando?
Un ejemplo. El déficit fiscal —que en el 2020 cerró en 8.9%— el año pasado cerró en 2.6%, una reducción que va a generar la envidia de la región por cuán rápido hemos cerrado el déficit después de la pandemia. Buena parte de eso se debe a la recuperación de los ingresos tributarios, y buena parte de la recuperación de los ingresos tributarios es por la minería. Todos queremos ser y hacer una minería ambientalmente responsable, pero como país no deberíamos estar creando desincentivos para el desarrollo de una actividad donde tenemos bastante potencial.