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El precio de los metales bajo la lupa

Tres expertos de empresas líderes, desde un banco, una sociedad agente de bolsa y una consultora internacional, analizan el futuro de lo que podría ocurrir en la cotización de los metales. El Perú siempre debe estar a la expectativa de lo que pasa con ellos.

Precio de los metales

El precio de los metales y su futuro comportamiento en el mercado mundial genera expectativa entre los diversos agentes económicos. A propósito de ello, conversamos con el gerente de estudios económicos del BCP, Carlos Prieto; el gerente general de Kallpa SAB, Alberto Arispe; y Ruben Arratia, director de Investigación de Metales Básicos y Preciosos de la consultora WoodMackenzie. Ellos analizan la coyuntura y dan una mirada a futuro de lo que podría ocurrir en la cotización de los metales.

La visión del BCP

Para Carlos Prieto, luego de los picos alcanzados en la primera parte del año, se ha producido una caída significativa de los precios de commodities por varios factores. “La preocupación cada vez mayor sobre una posible recesión en las principales economías del mundo, como consecuencia del impacto negativo de la mayor inflación sobre el poder adquisitivo; la aceleración en el ritmo de ajuste monetario de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED); los lockdowns (confinamientos) en China por el rebrote de la COVID-19; y los riesgos de crisis energética en Europa” están entre ellos, comenta. 

“Todo ello se ha reflejado en un dólar global más fuerte que se apreció en julio del 2022 con valores máximos de dos décadas, impactando negativamente en el precio de los commodities. Es decir, esta caída de los commodities respondió principalmente a un deterioro de las perspectivas de demanda global, pero también a un mood risk off (menor apetito de riesgo) en los mercados financieros globales”, asegura. En las últimas semanas menor apetito de riesgo se ha empezado a moderar. 

De acuerdo con Prieto, las inversiones mineras no han podido acompañar la dinámica de una cotización del cobre. Y, luego de Quellaveco, considera, prácticamente no existen planes de inversión en otros proyectos de talla mundial. “Así no será posible cerrar la brecha versus Chile. Una producción anual de cobre que en Chile es el doble de que lo que produce Perú, contribuye a explicar por qué el PBI per cápita de Chile también es alrededor del doble que el PBI per cápita peruano, ajustado por paridad de compra”, señala.

Según el experto, la producción minera se beneficiará por el inicio de producción de Quellaveco, que se suma a otros como Mina Justa y la ampliación de Toromocho. Pero, de otra parte, existe el riesgo que la producción continúe afectada por conflictos sociales, como se ha visto este año en Las Bambas y Cuajone. 

“En un entorno de perspectivas de mediano plazo favorables del cobre estamos dejando pasar una gran oportunidad al no gatillar una ola de nuevas inversiones mineras con su efecto dinamizador en el empleo formal en construcción, metalmecánica, transporte, alojamiento y otros servicios. A Bismarck se le atribuye la siguiente metáfora: ‘Uno debe comprobar siempre por dónde está pasando Dios en la historia del mundo y en qué dirección va. Después, subirse a ese tren y agarrarse con fuerza para que su impulso lo arrastre tan lejos como pueda llegar’. Ojalá estos años no perdamos el tren del cobre que es el metal de las nuevas tecnologías verdes”, afirma. 

La visión de Kallpa SAB

Alberto Arispe, por su parte, apunta que los precios del cobre y el zinc se mueven según la expectativa que tiene el mercado sobre el crecimiento económico global, especialmente el de China, pues representa el 50% de la demanda de cobre en el mundo. “Los precios del oro se mueven más a partir de las expectativas de inflación futura, la debilidad del dólar y problemas geopolíticos, entre otros mecanismos de ‘defensa del patrimonio’ ante potenciales crisis económico financieras”, comenta Arispe.

Por ello, en el 2021 y el primer trimestre del 2022, los precios del cobre y del zinc subieron significativamente en el mercado. “El PBI global galopaba”, dice el economista. Sin embargo, la alta inflación, provocada por el exceso de oferta monetaria y el alto precio del petróleo —también impulsado por la guerra entre Rusia y Ucrania— ha determinado que los bancos centrales del mundo suban sus tasas de interés (para controlar la inflación) y esto origine un impacto recesivo. “Ante la expectativa de menor demanda global por la subida de tasas, el cobre y el zinc se han desplomado de sus picos”, asevera.

Revisando las perspectivas del mercado bursátil local, Arispe comenta que la caída de los precios de metales en el segundo trimestre del 2022 ha impactado negativamente en los resultados financieros de las compañías mineras en dicho trimestre. “Buenaventura, por ejemplo, reportó una pérdida neta de US$ 39.9 millones; mientras que Minsur, Volcan, Nexa y Southern Perú reportaron utilidades menores a las registradas en el trimestre anterior. Menores utilidades significan que las empresas repartirán menos dividendos y/o que habrá menos caja para desarrollar proyectos en el futuro y/o que los inversionistas/gerentes que manejan el sector aumenten su aversión al riesgo, suban los costos de capital y, por tanto, baje la inversión en el sector”, pronostica el experto.

Para Arispe es probable que los precios de los metales y energía retrocedan entre 10% a 20% adicional en el corto plazo, producto del menor crecimiento económico. “Un enfriamiento económico usualmente va de la mano con una contracción de la demanda de los commodities y la aparición de excesos de oferta. Sin embargo, creemos que metales como el cobre tienen fundamentos sólidos para subir en el largo plazo. “Es posible que para 2023-2024 podamos ver precios nuevamente por encima de los US$ 4 la libra”, señala.

De acuerdo con el experto, se espera que la demanda de cobre crezca entre 3% a 4% en los próximos años de manera sostenida por el crecimiento de China y la demanda de nuevas tecnologías (autos eléctricos). “La poca visibilidad sobre los nuevos proyectos mineros en el mediano plazo hace que el mercado espere un déficit de oferta, que sustentará mayores precios del cobre en el largo plazo”, explica.

Aunque Arispe considera que el portafolio de proyectos mineros en el Perú es atractivo; es consciente de que, tras Las Bambas y Quellaveco, no hay más megaproyectos, de más US$ 4,000 millones de inversión. 

“El Perú necesita más inversión en exploración para incrementar las reservas existentes. Para ello, la confianza de los inversionistas en el sector es clave”, comenta. 

Para el gerente de Kallpa SAB el crecimiento del sector minero es un driver clave para el crecimiento económico del país. “El alto precio que el mercado espera tenga el cobre en los próximos diez años podría atraer mucha inversión privada si el Estado brinda la confianza de que respetará los contratos, mantendrá la competitividad del sector y hará que las comunidades locales y agentes económicos, en general, respeten la Ley y el derecho de las empresas mineras a explorar y explotar formalmente minerales. La inversión minera puede transformar el país en los próximos diez años. Del Estado, y de todos los peruanos, depende que sea así”, finaliza.

El corto y el largo plazo del cobre

Rubén Arratia, de WoodMackenzie, señala que hay varios factores que explican la corrección de los precios de los metales. “Algunos de ellos son el temor a una recesión mundial, por lo que los inversionistas institucionales empezaron a vender muchas de sus posiciones de largo plazo (lo que compraron en metales), las paralizaciones de algunas ciudades de China en su lucha contra la COVID-19 y los efectos en los precios del petróleo y de los alimentos por la invasión de Rusia a Ucrania”.

Pero, en el caso del cobre, explica, además existe el hecho de que el metal rojo está iniciando un periodo de sobreoferta por el arranque de varios proyectos mineros de gran escala, como Quellaveco (Perú), Quebrada Blanca II (Chile), Mina Justa (Perú), Kamoa Kakula (República Democrática del Congo), Udokan (Rusia) y otros. “La mayor producción de concentrados y, eventualmente, más metal pondrá bajo presión a los precios y las maquilas subirán particularmente en el 2023 y el 2024. Recién para el 2025/2026 se vislumbrará un déficit de oferta de cobre que se irá incrementando hacia el 2031”, pronostica el experto.

De acuerdo con Arratia, la demanda total de cobre el 2021 fue de 31 millones de TM “y estamos esperando que para el 2040 esta llegue a 46 millones. Para poner en perspectiva esto, durante el periodo 2000-2020, cuando se dio el super boom chino, la demanda incremental fue de casi 9 millones de TM de cobre. Y para los próximos 20 años esta será de casi 17 millones de TM. Prácticamente el doble”, asegura. Esta proyección va a requerir, en palabras del experto, más minas de cobre y más recirculación de chatarra de cobre (scrap) para cubrir esta demanda. “Esta es una nueva frontera de la demanda de cobre y lo será mucho más aún si se quiere caminar el escenario de transición energética acelerada”, refiere. 

Para Arratia el futuro de la oferta de cobre proveniente de las minas “se ve muy gris”. Y lo dice por tres razones. La primera, por el envejecimiento y agotamiento natural de las minas de cobre actual. “Su producción va decayendo al 2% anual”, comenta. La segunda razón es que las demandas sociales son cada vez más exigentes en los países mineros. Y la tercera es la inestabilidad política y social que existe en dichos países. 

“Estas tres razones hacen prever que la oferta de cobre de las minas no caminará al ritmo de la demanda, y no podrá suplir a tiempo las necesidades globales de cobre”, afirma. 

WoodMackenzie estima que el déficit de oferta (supply gap) de 17 millones de TM de cobre que habrá hacia el 2040 equivale a más de US$ 270,000 millones en inversiones. “Esto es una gran oportunidad para los países que logren sacar adelante sus proyectos mineros. Pero, al mismo tiempo, es un desafío, dadas las exigencias ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) cada vez mayores”, comenta. A la par, Chile y el Perú, donde se encuentra la mayor cantidad de proyectos de cobre del mundo, sufren actualmente de cierta o alta inestabilidad política y social, particularmente el Perú. Además, los proyectos remanentes son de mucha menor calidad —y hasta marginales— que los desarrollados en el pasado.