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Jimena Sologuren: “La minería ilegal es la mayor amenaza para el Perú”

Jimena Sologuren Perumin
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Empresas minero energéticas peruanas lideran la protección del patrimonio arqueológico

Mientras la minería ilegal destruye irreparablemente el patrimonio arqueológico del Perú, empresas como Antamina, Minsur y Cálidda demuestran que el desarrollo industrial y la preservación cultural pueden coexistir. Sus proyectos de rescate, investigación y educación destacan como modelos de responsabilidad social y ambiental.

En el Perú, donde cada rincón del territorio guarda vestigios de civilizaciones milenarias, la lucha por preservar el patrimonio arqueológico se libra en dos frentes diametralmente opuestos. Por un lado, la minería ilegal avanza sin control, destruyendo irreparables testimonios históricos. Por otro, empresas del sector minero energético —como Antamina, Minsur y Cálidda— están redefiniendo el concepto de desarrollo sostenible, demostrando que la industria puede ser aliada de la cultura mediante proyectos innovadores de rescate, conservación y divulgación del legado prehispánico.

Frank Almanza, fiscal superior coordinador de las Fiscalías Especializadas en Materia Ambiental (FEMA), no duda en calificar a la minería ilegal como “el mayor enemigo del patrimonio arqueológico peruano”. Según explica, esta actividad opera sin ningún protocolo de preservación, destruyendo estructuras, cerámicas, tumbas, petroglifos y otros elementos de valor patrimonial. “En Nasca, por ejemplo, se han registrado daños en las líneas que estudió María Reiche debido al paso de maquinaria pesada usada por mineros ilegales”, señala.

Pero el impacto va más allá de la destrucción física. Almanza detalla que la minería ilegal también fomenta el saqueo y el tráfico de bienes culturales. “Objetos arqueológicos como cerámicas, metales y textiles son extraídos sin registro alguno, lo que conlleva la pérdida de información crucial sobre las culturas que los produjeron”, afirma. Además, la apertura de trochas carrozables para acceder a las bocaminas altera irreversiblemente el entorno paisajístico de los sitios arqueológicos, muchos de los cuales han sido declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Un caso emblemático es el del sitio arqueológico Escalerilla, que forma parte del Qapac Ñan, un tramo del Camino Inca en La Libertad, que ha sido totalmente degradado por la minería ilegal. “El daño es tal que ahora ingresan vehículos pesados por la zona, lo que agrava aún más la destrucción”, lamenta Almanza.

Este patrón se repite en regiones como Ica, donde decenas de cementerios Paracas han sido saqueados, y en la Amazonía, donde sitios aún no estudiados desaparecen antes de ser registrados.

Empresas que rescatan el patrimonio

Frente a este escenario desolador, varias empresas peruanas han asumido el reto de proteger el patrimonio arqueológico, integrando la conservación cultural en sus operaciones. Sus proyectos no solo rescatan vestigios, sino que también los estudian, conservan y devuelven a las comunidades como herramientas de identidad y desarrollo.

En la región de Puno, Minsur ha marcado un hito con el Proyecto de Rescate Arqueológico Chogñacota, una iniciativa pionera en Sudamérica. Utilizando técnicas innovadoras como el corte con hilo diamantado para recuperar tres pinturas rupestres del período arcaico medio, ubicadas cerca de la Unidad Minera San Rafael, a más de 4,500 m s.n.m.

El arqueólogo Enrique Poma, líder del proyecto, explica que el equipo empleó drones para registrar el sitio y métodos especializados para extraer las rocas sin dañar las pinturas. Protegidas en cajas metálicas, las pinturas están en Antauta, listas para su futura exhibición.

Pero el compromiso de Minsur no termina ahí. La empresa anunció la construcción de un Centro de Interpretación en Antauta, un espacio educativo que abrirá sus puertas en el 2026. Este centro fortalecerá el orgullo cultural y fomentará el turismo en la región. El proyecto refleja los valores de sostenibilidad de Minsur, uniendo el cuidado del patrimonio con el desarrollo comunitario.

Antamina: ciencia y legado en Chavín de Huántar

Desde 1995, Antamina ha sido un pilar en la investigación y conservación del sitio arqueológico Chavín de Huántar, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. A través del Programa de Investigación Arqueológica Chavín de Huántar (PRIACChavín), dirigido por el Dr. John Rick, de la Universidad de Stanford, la empresa ha impulsado descubrimientos revolucionarios.
Gracias a tecnología de punta, como fotogrametría aérea, exploración robótica y modelado 3D, se ha documentado galerías subterráneas inéditas, como la Galería del Cóndor, y descubierto artefactos rituales, incluyendo vasijas líticas y evidencias del uso de plantas psicoactivas en sus ceremonias.

Uno de los hallazgos más impactantes se reveló en el 2025 en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), en la que se confirmó el uso de inhaladores óseos con sustancias alucinógenas en rituales del Formativo Andino. Estos hallazgos no solo enriquecen la ciencia, sino que también redefinen la comprensión de las prácticas religiosas y políticas de la cultura Chavín.

Por otro lado, Antamina también proporciona financiamiento al Programa de Investigación Arqueológica Castillo de Huarmey (2025-2030). Este apoyo económico es fundamental para garantizar la ejecución rigurosa del proyecto, que incluye excavaciones, técnicas avanzadas de prospección, análisis de laboratorio y la construcción del Centro de Interpretación. Además, el financiamiento contribuye a la protección del patrimonio arqueológico y al desarrollo sostenible del turismo cultural en la región, reforzando así el impacto positivo tanto en la ciencia como en la comunidad local.

Cálidda: arqueología preventiva en Lima y Callao

En las zonas urbanas de Lima y Callao, la empresa concesionaria de la red de gas natural de Lima y Callao, Cálidda, ha demostrado que incluso proyectos de infraestructura masiva pueden coexistir con la protección del patrimonio. Marcio Mayta, coordinador de gestión ambiental y arqueología de la empresa, explica su enfoque: “Hemos integrado la arqueología preventiva en todas las etapas de nuestras obras, desde el diseño hasta la ejecución, bajo estrictos protocolos alineados con los del Ministerio de Cultura”.
Entre los hallazgos más importantes se encuentra un entierro de la cultura Chancay, en Puente Piedra, con más de 1,000 años de antigüedad, y nueve vasijas prehispánicas de la tradición “blanco sobre rojo” en la Vía Expresa Santa Rosa del Callao. “En todos los casos, trabajamos con arqueólogos supervisores para documentar, conservar y trasladar los hallazgos a nuestro gabinete arqueológico antes de entregarlos al Ministerio de Cultura”, detalla Mayta.

Pero el impacto de Cálidda trasciende el rescate. La empresa ha creado el Gran Museo Cálidda (GMC), una plataforma digital que difunde sus hallazgos de manera accesible. Además, en alianza con las municipalidades de su zona de concesiòn, ha implementado espacios culturales inclusivos como la Sala Puckllaywasi, en Miraflores, diseñada para personas con discapacidad visual y auditiva, y el Centro de Interpretación de Huaca La Merced, en Surquillo. “El verdadero éxito es que las comunidades se apropien de estos hallazgos como parte de su identidad”, sostiene Mayta.

Hacia un modelo replicable

La experiencia de estas empresas revela que la clave para proteger el patrimonio arqueológico reside en tres pilares: tecnología e innovación, cooperación público-privada y vinculación comunitaria.

En el primer pilar, se usan desde drones hasta hilo diamantado para rescatar restos antiguos. Estas herramientas modernas permiten intervenciones mínimamente invasivas. Además, los convenios suscritos con el Ministerio de Cultura y las direcciones regionales, entre otras entidades, garantizan rigor científico y transparencia en los trabajos. Finalmente, los museos, centros de interpretación y programas educativos transforman los hallazgos en motores de desarrollo local.

Pero también hay desafíos. Marco del Pezo, jefe de la Subunidad de Patrimonio Inmueble Prehispánico de la Dirección Desconcentrada de Cultura del Cusco, advirtió en el reciente evento Perú Energía Sur que la minería ilegal sigue siendo una amenaza latente. “Necesitamos más recursos para fiscalización y mayor conciencia social sobre el valor del patrimonio”, afirmó.

En conclusión, mientras la minería ilegal deja cicatrices irreparables en el patrimonio peruano, empresas como Antamina, Minsur y Cálidda, por citar tres ejemplos, trazan un camino alternativo. Sus proyectos no solo rescatan el pasado, sino que lo integran al presente, demostrando que el desarrollo industrial y la preservación cultural no son conceptos antagónicos, sino complementarios.

“El Perú no puede permitirse perder más tesoros arqueológicos. La solución está en replicar estos modelos de gestión responsable, donde el avance de las industrias no sea una amenaza, sino la mejor aliada de nuestra historia”, plantea Almanza.