Moquegua ha sido desde hace décadas una región minera por excelencia. Pero hoy, con nuevas inversiones en marcha y operaciones de clase mundial, la conversación sobre su peso en el mapa cuprífero nacional vuelve con fuerza. En el 2024, según el último Boletín Estadístico Minero del MINEM, Moquegua se posicionó como el departamento con mayor producción de cobre en el Perú, concentrando el 18% del total nacional, por encima de Arequipa (15.8%) y Apurímac (14.7%).
Este liderazgo se sustenta principalmente en la producción de Quellaveco, una de las minas más modernas del mundo, operada por Anglo American. En el 2024, produjo 320 mil toneladas de cobre fino y aportó el 1% del PBI nacional. “Tener en Moquegua una operación como la de Quellaveco, que es manejada con equipos autónomos, con altísima productividad y tecnología, definitivamente nos pone en la cabecera de la industria minera mundial del cobre”, afirma Carlos Gálvez, exdirectivo de Compañía de Minas Buenaventura.
También destaca Cuajone, operada por Southern Peru Copper Corporation, que produjo 140 mil toneladas de cobre refinado. Y hacia el 2029 se espera sumar Los Calatos, proyecto de la minera Hampton actualmente en fase de prefactibilidad, con una proyección de 65 mil toneladas anuales y 27 años de vida útil.
El entusiasmo por las cifras de producción de cobre es innegable. Sumando Quellaveco (320 mil toneladas), Cuajone (140 mil toneladas) y el futuro proyecto Los Calatos (65 mil toneladas anuales), la región alcanzaría una producción estimada de 525 mil toneladas de cobre al año, superando los registros actuales de Arequipa (449 mil toneladas, solo con Cerro Verde) y Áncash (428 mil toneladas, solo con Antamina).
Liderazgo cuprífero
Gálvez estima que, para tener un mapa más completo de las regiones cupríferas del Perú, se debería considerar el potencial de Zafranal en la producción arequipeña. “Moquegua quedaría empatada o ligeramente por debajo de Arequipa”, proyecta. En efecto, el proyecto Zafranal de Teck y Mitsubishi, en Arequipa, ha culminado su Estudio de Impacto Ambiental Detallado (EIA-d) aprobado por el Senace en el 2023 y espera una decisión final de inversión en el segundo semestre del 2025.
“No me siento muy cómodo de dar un ganador en términos de productor de cobre”, sostiene Gálvez, pero sí destaca que las regiones que concentran la gran minería cuprífera “serán también las más beneficiadas del Perú”. Moquegua es un ejemplo nítido: tiene el PBI per cápita más alto del país, 97.2% de asistencia escolar, y la menor tasa de desnutrición crónica. En el 2024, recibió más de S/ 1,034 millones por canon y regalías mineras.
Gálvez atribuye este desempeño a una larga historia de convivencia con la minería. Cuajone opera desde los años 70, y Quellaveco ha sido diseñada bajo una lógica de valor compartido: energía eólica, camiones autónomos, represa Vizcachas de 60 millones de m3, y una estrategia de inclusión que ha permitido que 23% del personal y 40% de los cargos directivos sean ocupados por mujeres.
A eso se suma el avance de Los Calatos, un proyecto subterráneo con proyección a largo plazo. Liderado por Minera Hampton, contempla una inversión de US$ 600 millones, empleará un sistema de acarreo mediante una faja eléctrica y usará agua desalinizada en sus operaciones, según expusieron en los Jueves Mineros, del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú. Asimismo, tendrá una relavera seca, que recirculará el agua usada. En sus talleres participativos, las comunidades cercanas al proyecto manifestaron dos condiciones claves: no afectar las fuentes de agua de uso humano ni agrícola, y asegurar capacitación laboral. Ambas han sido recogidas por la empresa, que espera iniciar construcción en el 2027 y comenzar a producir en el 2029.
Competitividad regional
Gálvez subraya que Moquegua tiene ventajas logísticas que pueden facilitar este impulso: cuenta con infraestructura vial y energética de primer nivel, posee capital humano formado localmente, y tiene una cercanía estratégica al mar para sus exportaciones. “Creo que el tema de localización respecto de la cercanía al mar lo tiene como ventaja”, afirma.
La aceptación social, dice Gálvez, es mucho más sólida cuando las operaciones tienen una historia larga y comprobada de generación de bienestar. “Arequipa, por ejemplo, ha sido un largo beneficiado con Cerro Verde, sobre todo por todos los proyectos de agua y de tratamiento de desagües que han limpiado el río Chili y que han mejorado notablemente los índices de anemia de Arequipa, producto precisamente de la planta de La Enlozada”, complementa el ejecutivo.
En contraste, advierte que otras regiones como Cajamarca podrían tener un potencial incluso mayor en el futuro, si es que toda su capacidad se llega a desarrollar. Ahí se concentran proyectos como Galeno, Michiquillay, los sulfuros de Yanacocha, La Zanja y Tantahuatay. “Ahí hay potencial para producir tranquilamente entre 1 y 1.5 millones de toneladas de cobre al año”, asevera. Pero hace falta voluntad política, infraestructura —“amerita un ferrocarril común, no para uno solo de los proyectos, sino para el conjunto”, señala— y un entorno regulatorio más eficiente para destrabarlos.