El 2020 fue un año crítico para el Perú. El confinamiento por la pandemia del coronavirus provocó, solo en Lima, la pérdida de 1.1 millones de puestos de trabajo y una caída de 23.1% del empleo en relación al 2019, según el Instituto Peruano de Economía (IPE). Ni hablar de la informalidad laboral, que desde que se inició la pandemia hasta el tercer trimestre de 2021 persiste con un 74.3%, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Si nos fijamos en el sector minero, durante el primer semestre del 2020, lapso que incluye tres meses y medio de cuarentena obligatoria, se suspendieron una buena parte de las operaciones y se mantuvieron solo las actividades de mantenimiento críticas. La producción de cobre, oro, zinc, plata, plomo, hierro y estaño se desplomó entre 20% y 37%. En el mismo período, la economía peruana cayó 17% y entró en recesión.
Sin embargo, fue en medio de este panorama adverso cuando el sector minero en todo el Perú, especialmente en las regiones, se convirtió en una oportunidad para millones de peruanos ya que, tras el embate de la pandemia, la recuperación de la actividad minera fue determinante.
A partir de junio del 2020, la reactivación económica por fases permitió el reinicio de la explotación minera y de más de 50 actividades laborales, aumentando con ello la cantidad de puestos de trabajo formales. Paulatinamente, se retomaron las actividades tanto productivas como de avance en los proyectos de mejora, ampliación y construcción, lo que involucró la reactivación también en el ámbito laboral.
“Tienes nuevas minas que están contratando a más gente, como Quellaveco, de Angloamerican, y minas en operación que habían dejado de contratar y vuelven a hacerlo cuando se comienza a recuperar. Esto tiene un correlato en la cantidad de empleo que se va generando en el sector”, explica el economista Iván Portocarrero, jefe de análisis sectorial de Apoyo Consultoría.
Más de un año después, en noviembre del 2021, el Ministerio de Energía y Minas (MINEM) registró una cifra récord en el empleo directo del sector minero, al alcanzar 246,641 trabajadores (23.3% más respecto de lo observado en el 2020, de acuerdo al Boletín Estadístico Minero del MINEM). Considerando el nivel de empleo directo registrado al cierre del año, se puede señalar que a propósito de la minería 1.9 millones personas tienen empleo en el país.
“Esta recuperación que vemos hoy se observa principalmente en el sur y en el centro del país. Si nosotros estamos estimando que el PBI minero crece 5% en el 2022, casi 4.5 puntos porcentuales es por un mayor aumento en esas zonas mineras del país”, dice Portocarrero.
El efecto multiplicador
De acuerdo al estudio Contribución de la Minería a la Economía Nacional, elaborado por el Instituto Peruano de Economía (IPE), el empleo minero posee un efecto multiplicador en la economía peruana. “Por cada sol que la minería genera, se generan otros puestos de trabajo en el resto de la economía, porque la minería está encadenada a otros sectores”, explica el economista del IPE, Gonzalo Manrique.
Así, el estudio concluye que, por cada empleo que se genera directamente en el sector minero, se originan 8 empleos adicionales en otros sectores productivos de la economía. Es más, según las proyecciones que se señalan en el documento, la ejecución de los proyectos en cartera darían lugar a la generación de empleo, en el mediano plazo de 700,000 empleos y en el largo plazo de un total de 2.3 millones.
“Se trata de empleo que incentiva las economías regionales. El empleo minero es un gran empleador formal en el mundo rural y en los lugares más apartados de las ciudades”, dice el economista socio de Macroconsult, Elmer Cuba.
Es más, añade Cuba, los impactos de la minería en el empleo se siguen subestimando. “Muchos estudios no toman en cuenta el canon minero, que está destinado a gastarse en inversión pública. Y el sector público también es un gran empleador, especialmente en proyectos de construcción». Por eso, afirma que “no solo se debe considerar el empleo indirecto inducido por la minería -uso de energía, transporte, combustible, alimento, entre otros- sino también el empleo por el canon minero”.
Miguel Jaramillo, especialista en políticas sociales e investigador principal de Grade, también coincide en que la descentralización de la actividad minera genera oportunidades en regiones donde el empleo formal es escaso. “El impacto directo de los picos de empleo minero se traducen en demanda, y la demanda genera consumo, y el consumo moviliza los mercados locales. Los encadenamientos en base a la demanda son fundamentales”, dice Jaramillo.
Por ello, explica, no solo es importante el empleo directo que genera la minería sino “su potencialidad de encadenarse a través de proveedores especializados e insumos”. “En el Perú no hemos desarrollado estrategias para maximizar el impacto posible de la minería a través de generación de proveedores especializados, servicios para la minería en general. Me parece que es un potencial enorme y poco explotado y apreciado”, agrega.
Portocarrero, de Apoyo Consultoría, señala que el efecto multiplicador de la minería también se refleja en los altos salarios, que duplican el promedio nacional, según el mencionado estudio del IPE. “Es una de las grandes ventajas del sector minero. Termina teniendo un efecto multiplicador sobre la economía, porque es gente que va a comprar otros bienes, productos y servicios”.
Promesas y desafíos
La minería tiene los elementos para dinamizar y generar diversos efectos positivos en la economía y el desarrollo nacional. No solo permite aumentar la capacidad de crear empleos, sino también de dinamizar la economía de forma descentralizada, impactando en el interior del país.
La promesa aún sigue siendo alentadora. De acuerdo al citado estudio del IPE, si se pone en marcha la cartera de más de 40 proyectos mineros con los que cuenta el país en la actualidad, el sector minero podría generar 2.3 millones de nuevos puestos de trabajo directos e indirectos. Esto equivale a similar número de empleos que se han perdido el año pasado por los efectos negativos de la pandemia del Covid-19. El reto lo tienen especialmente Cajamarca, Apurímac y Moquegua, que encabezan la lista de regiones con mayor inversión en construcción de proyectos mineros, según el informe del MINEM.
¿Cuál es el siguiente desafío? “Lo tiene el Ejecutivo -responde Jaramillo, de Grade- y es generar un contexto que permita mayores inversiones en el sector, que se ha caracterizado por inestabilidad social y política”. “Superar el exceso de regulación, las discusiones sobre los cambios en el esquema tributario y la designación de funcionarios sin experiencia”, dice Portocarrero, de Apoyo Consultoría. “Tenemos los recursos y los altos precios de los metales, lo que está fallando es el manejo de plazos que establece el MINEM”, dice Cuba, de Macroconsult. “La incapacidad para utilizar adecuadamente los recursos del canon y las regalías a favor de la población”, dice Gonzalo Manrique, del IPE.
Si bien son varios los desafíos, lo cierto es que un mayor empleo minero no solo implica mayores remuneraciones, ni un mayor desarrollo nacional. Puede convertirse también en un círculo virtuoso en el que todos los involucrados se ven beneficiados.
