Según su Memoria Anual 2024, Repsol destinó un total de US$ 87.5 millones en proyectos durante el año pasado, concentrándose en tres ejes principales: modernización de infraestructura, sostenibilidad y digitalización.
El proyecto más relevante, sostienen, fue la ampliación de las unidades de gasolinas —con una inversión de US$ 22.3 millones— que permitió incrementar la producción de combustibles limpios en un 20%. Esta obra, ejecutada durante una parada técnica programada, no solo optimizó la capacidad de la refinería, que pasó a procesar 75.9 mil barriles diarios, sino que también redujo la necesidad de importar gasolinas, generando ahorros y mayor autonomía para el mercado peruano.
En paralelo, la compañía destinó US$ 13.6 millones al mantenimiento mayor del bloque de gasolinas y US$ 4.3 millones a mejoras en los terminales marítimos, claves para garantizar la seguridad en las operaciones de carga y descarga. Un avance notable fue la puesta en marcha del Terminal 2 en octubre pasado, equipado con tecnología para prevenir incidentes, como derrames de hidrocarburos.
La digitalización también ocupó un lugar prioritario, con proyectos como la migración al sistema Experion para el control distribuido de unidades críticas, y la implementación de herramientas predictivas para el mantenimiento de equipos. Estas innovaciones han optimizado la eficiencia operativa y reducido riesgos, un factor crucial en una industria con altos estándares de seguridad.
Sostenibilidad y reducción de emisiones
Repsol ha integrado la sostenibilidad en su núcleo estratégico, avanzando hacia su meta de cero emisiones netas. En el 2024, logró reducir 189,000 toneladas de CO₂ acumuladas desde el 2018, equivalente a las emisiones anuales de 120,000 automóviles. Entre las iniciativas destacan la sustitución de turbinas por motores eléctricos en la unidad de craqueo catalítico, que disminuirá el consumo de vapor y emisiones. También la instalación de 384 detectores inalámbricos de gases tóxicos, programados para operar este año.
Además, la compañía inauguró su primera electrolinera (estación de carga para vehículos eléctricos e híbridos enchufables) en Lima, con capacidad de carga rápida (60 kW), y expandió el formato de tiendas Sprint en estaciones de servicio, combinando combustibles tradicionales con soluciones low-carbon.