¿Cómo conciben desde Perú Sostenible la articulación entre los sectores de minería, energía e hidrocarburos dentro de una visión de desarrollo sostenible para el país?
Lo primero es que, cuando hablamos de sostenibilidad, es clave hablar de interconexión: a nivel de territorio, recursos, población y contexto. Esa mirada exige hacer un “doble clic” en el impacto y en la visión de largo plazo. En el contexto global la transición energética es un tema central de la agenda y uno de los principales retos. Lo digo con conocimiento de causa, ya que acabo de volver de la COP30.
En el caso peruano, esto abre una enorme oportunidad: somos un país rico en recursos naturales, donde la minería tiene un rol fundamental para el crecimiento. Y hoy, además, la minería está estrechamente vinculada a la transición energética, no solo por el cobre y los minerales tradicionales, sino también por los minerales críticos. Por eso, creo que hay un mensaje potente de oportunidad y crecimiento.
Y, desde la lógica del triple impacto, se activan todas las dimensiones: ambiental, social y económica. Hablamos de empleo, de conexión con tendencias globales y de la posibilidad de hacer las cosas bien. En cuanto a la energía, [el] Perú ha tenido históricamente una matriz muy basada en hidroenergía, pero hoy estamos buscando un balance con más energías renovables. Eso también implica usar el gas natural para mantener la estabilidad del sistema. Todavía nos falta consolidar la estabilidad en la oferta y la demanda, pero con los recursos que tenemos, y si somos eficientes, creativos y estratégicos, el país puede avanzar muy bien en este proceso de transición interconectada entre los sectores minero, energético e hidrocarburos.
¿Cuáles son los principales desafíos y oportunidades que enfrenta el sector minero energético en los próximos años?
Creo que, por un lado, vemos cierta estabilidad económica, pero el contexto político sigue siendo complejo. Y eso influye: la falta de estabilidad política puede impedir que salgan normas adecuadas, debilitar la lucha contra la minería ilegal, o permitir que se mantengan vacíos regulatorios. Todo esto frena la inversión responsable y afecta la competitividad del sector.
Ahora, dicho eso, también hay una enorme oportunidad vinculada a las tendencias globales. La crisis climática está marcando completamente la agenda. Más allá del ruido político —quién gane, quién pierda, o qué país se retire temporalmente de espacios multilaterales— esto no se detiene. El mercado y la ciencia están totalmente alineados en que la inversión de largo plazo requiere una gestión de riesgos climáticos seria. Por eso, cada vez más inversiones vienen con una mirada de sostenibilidad muy clara. En ese marco, la conexión entre minería y transición energética es esencial.
El Perú tiene una posición privilegiada: cobre, minerales críticos y un rol estratégico para abastecer la demanda global. Lo ves incluso en espacios como la COP30: China liderando las inversiones en renovables, una señal clarísima de hacia dónde va el mercado y qué minerales serán prioritarios. Pero también hay riesgos internos. En el sector eléctrico, por ejemplo, el marco legal y regulatorio todavía presenta barreras; necesitamos reglas más claras para no perder tiempo ni oportunidades.
Y un reto mayor es, sin duda, la minería ilegal, especialmente por su impacto ambiental y social. Este año, en la COP30 hubo un énfasis fuerte en cómo esta actividad está ligada a la deforestación en la Amazonía y a la expansión de economías ilegales que afectan a toda la región, desde minería hasta narcotráfico. Es un problema creciente que hay que atender con urgencia. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de que todo lo positivo —transición energética, electrificación, inversiones renovables, desarrollo alternativo y tecnologías limpias— se vea mellado. El Perú tiene una enorme oportunidad, pero requiere de institucionalidad, claridad regulatoria y acción decidida contra la ilegalidad para no desperdiciarla.
Después de tres décadas de trabajo, ¿cómo ha evolucionado la misión de Perú Sostenible? Y, en ese contexto, ¿qué implica hoy la sostenibilidad para las empresas en general y, si corresponde, para el sector minero energético?
Perú Sostenible cumple 30 años y nació en un momento complejo, cuando el país estaba saliendo del terrorismo. La misión inicial fue construir una visión común de país: un Perú democrático, justo, pacífico y próspero. Esa visión sigue siendo totalmente vigente. La pregunta de fondo sigue siendo cómo avanzamos hacia ese Perú donde haya bienestar, oportunidad y progreso. En ese camino, las empresas son un motor clave. Hoy, hacer empresa en el Perú implica una conexión directa con el territorio y con toda la cadena de valor. Y eso es articularmente relevante en un país donde el 98% de las empresas son mipymes: las compañías grandes tienen la capacidad y la responsabilidad de multiplicar impactos positivos a través de sus proveedores.
¿Cuáles son los principales retos que identifican hacia adelante? ¿Qué aspectos consideran que aún deben fortalecer para seguir avanzando en sostenibilidad?
Mirando hacia adelante, yo diría que uno de los retos más importantes es la estabilidad política. Sin un entorno estable, es difícil sostener agendas de largo plazo en sostenibilidad. Otro desafío clave es salir de Lima. Necesitamos que la mirada de sostenibilidad y el motor industrial asociado se expandan a las regiones, que tome fuerza fuera de la capital y que la población en todo el país se sienta realmente atendida.
También hay una gran oportunidad y un riesgo en lo digital. Si ya tenemos niveles educativos bajos, podríamos quedar aún más rezagados, mientras otros países aprovechan mejor las nuevas tecnologías, incluida la inteligencia artificial. Para eso necesitamos capacidades y educación adecuadas.
Volviendo al tema climático: aunque el Perú emite menos del 1% de los Gases de Efecto Invernadero, somos un país altamente vulnerable. Nuestra biodiversidad, nuestras fuentes de agua, todo está expuesto a riesgos que seguirán aumentando. Por eso necesitamos una mirada muy analítica y responsable sobre cómo promover resiliencia frente al cambio climático que ya está aquí y seguirá creciendo.



