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Estaño, el metal discreto

Desde las latas que conservan nuestros alimentos hasta los componentes electrónicos que impulsan la tecnología moderna, el estaño es un mineral omnipresente pero poco reconocido. Su historia se remonta a la antigüedad, y hoy sigue siendo parte esencial en las industrias. Con Minsur a la cabeza, el Perú es uno de los principales productores mundiales, destacando la relevancia de este versátil metal.

El estaño fue uno de los primeros metales descubiertos por el ser humano, con registros de su uso que se remontan al año 3,000 a.C. en el Oriente Medio. Su importancia creció cuando se descubrió que, al mezclarlo con cobre, se obtenía el bronce, un material más resistente que revolucionó la fabricación de armas, herramientas y artefactos. Esta aleación marcó el inicio de la Edad del Bronce, un periodo crucial en la historia de la humanidad.

Durante la antigüedad, el estaño era un bien preciado, transportado a través de rutas comerciales desde lugares como Cornualles (Inglaterra) hasta el Mediterráneo. Los fenicios, expertos navegantes y comerciantes, jugaron un papel clave en su distribución. Más tarde, en la época romana, el estaño se utilizó en la fabricación de vajillas y recipientes, gracias a su resistencia a la corrosión.

Con el paso de los siglos, su uso se diversificó. Durante la Edad Media se empleó en la fabricación de objetos religiosos y en la elaboración de vidrio. Al llegar la Revolución Industrial, el estaño encontró un nuevo auge con la producción de hojalata (láminas de acero recubiertas de estaño), que permitió la conservación de alimentos enlatados, cambiando para siempre los hábitos alimenticios de la humanidad.

En lo cotidiano

Basta con mirar a nuestro alrededor para encontrar rastros de este versátil metal. En la cocina, el interior de las latas de conservas está recubierto de una fina capa de estaño para evitar la corrosión y mantener los alimentos en buen estado. Aunque muchos envases modernos han migrado al aluminio, el estaño sigue presente en aleaciones y soldaduras.

Otro uso menos visible, pero igualmente crucial, es en la electrónica. Las soldaduras de estaño-plomo (ahora en proceso de ser reemplazadas por alternativas más ecológicas) son esenciales para unir componentes en circuitos impresos. Sin ellas, dispositivos como smartphones, computadoras y electrodomésticos simplemente no funcionarían.

En la industria automotriz, el estaño se emplea en rodamientos y cojinetes, gracias a su resistencia al desgaste. Además, su capacidad para formar aleaciones ligeras y duraderas lo hace ideal para piezas de motores y sistemas eléctricos. Incluso en la energía renovable, paneles solares y turbinas eólicas dependen de aleaciones que lo contienen.

Adicionalmente, su capacidad de reciclaje lo convierte en un material clave para la economía circular. Cerca del 50% del estaño utilizado en el mundo proviene del reciclaje, reduciendo así la necesidad de extracción minera.

Asimismo, el estaño ha tenido aplicaciones significativas en el campo de la medicina, principalmente en áreas como la odontología y la medicina nuclear. En el pasado, se utilizaba en aleaciones para amalgamas dentales, combinado con plata o mercurio, aunque su empleo ha disminuido debido a preocupaciones sobre la toxicidad del mercurio.

En la medicina nuclear, un isótopo del estaño, el Sn-117m, ha sido investigado por su potencial en el tratamiento del dolor asociado con metástasis óseas en pacientes con cáncer. Este isótopo emite radiación localizada que puede aliviar el dolor sin dañar excesivamente el tejido circundante.

Además, el estaño ha demostrado propiedades antibacterianas leves, lo que ha llevado a su uso en recubrimientos para instrumentos médicos y superficies en entornos hospitalarios, ayudando a reducir la proliferación de microorganismos.

En general, aunque no es un elemento central en la farmacología moderna, el estaño sigue teniendo nichos específicos en aplicaciones terapéuticas y tecnológicas dentro del ámbito de la salud.

Mirada al futuro

A medida que el mundo avanza hacia tecnologías más limpias, la demanda de estaño podría incrementarse. Su rol en la electrónica y las energías renovables lo posiciona como un material estratégico. Sin embargo, los desafíos no son menores. La reducción del uso de plomo en soldaduras exige nuevas aleaciones, y la minería responsable será clave para garantizar su suministro sin dañar el medio ambiente.

En consecuencia, el estaño es mucho más que un metal antiguo o un componente industrial. Es un elemento que, silenciosamente, facilita nuestro día a día, desde la comida que consumimos hasta los dispositivos que nos mantienen conectados. Su historia es un testimonio de su valor, y su futuro dependerá de cómo equilibremos su extracción responsable y el cuidado del planeta.

El Perú es uno de los mayores productores de estaño a nivel mundial, y Minsur —empresa peruana con 47 años de trayectoria— lidera la producción de este mineral en el país. Es, además, la única minera nacional que pertenece al Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM, por sus siglas en inglés), donde se agrupan las principales empresas productoras globales de minerales.

Con operaciones en la mina San Rafael, en Puno, extrae y procesa el estaño en su planta y refinería de Pisco, en Ica, cumpliendo con estándares internacionales de sostenibilidad.