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“El buen precio de los metales no es suficiente para atraer más inversiones”

Víctor Albuquerque, director de análisis sectorial de Apoyo Consultoría, señala que existen otros factores importantes para atraer mayor inversión en el sector minero energético.

La llegada del COVID-19 no solo cambió la vida cotidiana como la conocemos, sino también ha golpeado varios sectores importantes de la economía. El impacto del coronavirus tuvo repercusiones en la industria minera, eléctrica y de hidrocarburos. En conversación con Desde Adentro, Víctor Albuquerque, director de análisis sectorial de Apoyo Consultoría, dio su punto de vista sobre el efecto de la pandemia en los sectores minería, hidrocarburos y energía, sus proyecciones y las probabilidades de avance de los proyectos inversión.

En sectores como el minero, la producción ha llegado a niveles prepandemia. ¿Esto puede considerarse una recuperación significativa? ¿Qué tanto los afectaron restricciones como la cuarentena del 2020?

Si bien el sector primario exportador y, de manera específica, el sector minero tuvieron una capacidad de recuperación más rápida que otros sectores, no podemos decir que no fueron afectados. Esto, debido a que las primeras medidas de cuarentena fueron muy estrictas, a lo que se añade el incremento de los contagios en las minas o centros de operaciones. El impacto fue fuerte, pero si tuviera que sintetizar dónde reside la clave para alcanzar un nivel de recuperación importante, esto ha tenido mucho que ver con la aplicación de protocolos por parte de las empresas de la industria. Las mismas empresas fueron bastante agresivas en términos de restituir su capacidad operativa y minimizar el riesgo de contagios potenciales.

¿Qué factores fueron claves para este restablecimiento progresivo de la minería?

Ha sido uno de los sectores que más rápido implementó medidas de prevención. Esto tiene que ver mucho con un factor estructural. En el Perú, particularmente en el sector minero, operan las principales empresas mineras del mundo. Eso permite que otras medidas que se estaban dando en tiempo real en otros países pudieran ser replicadas rápidamente acá. Otro elemento importante es que se trata de un sector financieramente sólido.

¿Qué otros elementos fueron importantes?

Hay muchos factores locales. A veces nos olvidamos de la dimensión humana de las decisiones que tomamos. Sin duda, en el sector, hay una camiseta bien puesta en el sentido del esfuerzo que hicieron los mismos trabajadores para apoyar a las empresas y adecuarse a estas nuevas condiciones. Ello tuvo mucho que ver con el profesionalismo de su gente.

¿Qué peso tuvieron los sectores de minería, energía e hidrocarburos en la economía nacional del 2020? ¿Podría mejorar este año?

Básicamente la reapertura que se da en la economía tuvo mucho que ver con la contribución de los sectores primarios. Cuando la economía se paraliza severamente en el segundo trimestre, como balance, se llegó a un nivel de operatividad del 60% en promedio e, incluso, en un mes llegó a ser mucho más bajo. Progresivamente, los sectores primarios permitieron, en conjunto, una recuperación más rápida. Por ejemplo, en abril, el punto de apertura de la economía era solo de 44%. En el trimestre siguiente subió rápidamente y ha permitido que, cuando se inició la Fase 4 de reactivación en octubre, la economía ya estaba operando al 98% o 99%. Esto refleja la gran contribución de los sectores primarios. Ahora se ha vuelto retroceder un poco, pero en parte, es por la
segunda ola.

De los tres sectores primarios mencionados, hidrocarburos fue uno de los más golpeados por la COVID-19. ¿Cómo estaba antes de la propagación del virus?

Las complicaciones en el sector hidrocarburos fueron quizás las más notorias. No podemos aislar que, además de los factores relacionados a la pandemia, el sector se vio también afectado por la conflictividad social. Recordemos las amenazas y toma de algunas instalaciones petroleras, lo que provocó niveles de caída a doble dígito en la producción de petróleo. En el caso de sectores vinculados al gas, el hecho que la economía se paralizara de manera tan drástica al inicio provocó que la demanda energética disminuyera y eso afectó también la demanda de los combustibles.

¿Qué pasó con el sector eléctrico?

En el caso del sector de generación eléctrica, sin duda, hubo un impacto sobre la demanda de los clientes libres. Esto tiene mucho que ver con las eventuales paralizaciones de grandes operaciones que demandan energía, como el sector minero. Pero estas mismas operaciones se fueron restituyendo y el mayor efecto negativo hoy tiene que ver con el rezago de la recuperación de sectores como comercio y servicios, particularmente en micro y pequeñas empresas. Por esta razón, no se recuperan los niveles de demanda eléctrica previos a la COVID-19.

Ante la situación del sector de hidrocarburos, ¿qué decisiones se deben tomar para asegurar una recuperación de la industria?

Es muy compleja la situación del sector hidrocarburos, porque arrastra problemas y dificultades antes de la pandemia. Es un sector que, lamentablemente, no ha sido considerado por parte de los últimos gobiernos durante la última década. Muchas de las reformas que podrían permitir un mayor nivel atracción de inversiones para este sector aún están pendientes. La pandemia es solo un golpe adicional sobre un sector que, de por sí, ya presentaba una situación crítica. No considero que la crisis del coronavirus obligue a un nuevo diagnóstico o nuevas medidas. Muchas de las propuestas que, por ejemplo, la SNMPE promueve hace tiempo siguen siendo muy aplicables al día de hoy. Lamentablemente, al ser un año electoral y de transición, esto posterga muchas de las decisiones relacionadas a la consulta previa, permisos de operación o aprobación de estudios. Todos estos problemas que ya existían se han agudizado con la pandemia. Vamos a ver si el siguiente Gobierno pone en tablero medidas rápidas para poder sacar este sector de la situación en la que se encuentra.

Sobre las inversiones en proyectos en los tres sectores, ¿qué proyectan?

Estamos en un contexto bastante alentador, si consideramos el escenario externo. Los precios de los metales están en niveles récord, particularmente los metales industriales. El precio del cobre es prácticamente 50% más alto que el nivel alcanzado antes de la COVID-19. Esto debería ser una señal que favorezca mayores flujos de inversión. Desafortunadamente, esto no es suficiente en la práctica. La historia reciente nos confirma que no basta con una situación de precios altos para atraer flujos de inversión importante, sino que también se consideran otros factores, como la estabilidad regulatoria y el apoyo directo en términos de que el Estado haga viable la relación social entre empresas y comunidades. Esta última considero que es la mayor limitación y es el frente más flojo en resultados. Cuando miramos las proyecciones en Apoyo Consultoría, en términos del flujo de inversiones en el sector minero, somos poco optimistas con la posibilidad de revertir la tendencia actual, favorecida por la ejecución de proyectos cuya decisión de inversión fue tomada muchos años atrás. Esto ocurre con la ampliación de Toromocho o Quellaveco, de Anglo American, que son proyectos que deben concluirse este año. Pero, más allá de eso, hay una escasez tremenda de grandes proyectos de inversión. Este año probablemente el PBI minero pueda tener un rebote que oscile entre 12% y 17%, dependiendo de cuándo entren en fase de operación estos proyectos y que se confirme la recuperación de producción de las minas ya existentes. Sin embargo, luego, vamos a depender de nuevos proyectos. Desafortunadamente, no hemos sembrado proyectos de inversión en los últimos años.

¿De qué proyectos podríamos hablar este año?

Este año el proyecto más grande que puede ingresar es el de San Gabriel, de Buenaventura, pero después no veo otro. El próximo, con mucha suerte y si las decisiones se toman este año, puede ser Yanacocha Sulfuros. Hay muy pocos proyectos inmediatos y los pocos que hay tienen dificultades por la falta de apoyo del Estado. El ejemplo más concreto es el de Tía María: tiene todas las condiciones y autorizaciones, financiamiento, todos los estudios aprobados, pero (está paralizado) por la falta de relacionamiento con las comunidades. Y esto condiciona a los otros sectores. Pese a que uno puede pensar que estos proyectos no tienen mucho que ver, lo cierto es que si caminan, los planes de electrificación y energía acelerarán el ritmo de las inversiones. Hay que recordar que el sector minero es el principal demandante de energía eléctrica como cliente libre. Sin proyectos mineros, la inversión en generación eléctrica será menor. Algo similar podríamos decir del sector de hidrocarburos, que está en manos de ciertas decisiones del Gobierno. Finalmente, el precio del petróleo está recuperándose poco a poco. Vamos a tener en los siguientes años, aunque a algunos no nos guste tanto, un proyecto como la Refinería de Talara. No obstante, sin el apoyo directo del Estado, se podrá hacer muy poco por el sector.

La última encuesta del Instituto Fraser sobre condiciones de la inversión minera no es muy alentadora (el Perú descendió 10 posiciones, del puesto 14 al 24, en el ranking mundial de atractivo para la inversión en minería). ¿Qué aspectos deben cambiar para que el Perú sea considerado un país más atractivo?

Eso refleja de alguna manera esta situación compleja que tiene el sector para poder sacar adelante los proyectos de inversión. Hacer minería en Perú es cada vez más difícil, a pesar de que las condiciones siguen siendo impresionantemente positivas. Algún candidato que lidera las encuestas da entender que los recursos minerales están ahí y que es de lo más fácil extraerlos. Pero, probablemente, no comprende la naturaleza comercial de los recursos, la complejidad para extraerlos, los costos asociados, la incertidumbre en algunos procesos. Si los gobiernos no apoyan a las empresas y solo ponen dificultades, eso termina desalentando a los inversionistas, quienes finalmente buscan otros países que tal vez no tienen tanta tradición minera, pero generan incentivos del lado tributario o brindan otras facilidades.

¿Qué tan urgente es la toma decisiones para impulsar la inversión en los sectores primaros?

Se necesitan recursos para hacer cosas que requieren mayor nivel de gasto social en la población, como salud o educación. La única manera de asegurar esos recursos directamente a través del fisco es con la garantía de lo que produce el país. En ese sentido, pocos sectores pueden aportar en ese frente. Esto implica la necesidad de mayores políticas de promoción para estos sectores, ya que demanda bastante tiempo sacar adelante un proyecto de inversión. Se requiere tomar decisiones pronto.