En una operación minera, la seguridad patrimonial abarca una serie de acciones de protección, vigilancia y resguardo que hacen posible que la operación funcione sin riesgos ni contratiempos. La seguridad patrimonial se suele relacionar con la protección del personal, los bienes y la infraestructura de una empresa, pero no es lo único que cubre. “Hoy resulta necesario mirar a la seguridad patrimonial como una actividad estratégica que integra diversos componentes que se complementan entre sí, como un área que contribuye de forma permanente y transversal a todos los procesos de la organización”, señala Sergio Giampietri, vicepresidente del Comité de Seguridad de la SNMPE y gerente de Seguridad Patrimonial de Barrick.
Las empresas mineras suelen manejar su seguridad patrimonial con un esquema híbrido. Por un lado la supervisión queda a cargo de la empresa y los servicios se tercerizan porque suelen ser especializados para el resguardo personal, resguardo del transporte de concentrados, traslado de valores y seguridad física, entre otros. Esto permite un mayor control, menores costos y una mayor experiencia dedicada a cada actividad.
Para Giampietri, la seguridad patrimonial en el sector minero resulta más compleja que en otras industrias porque se trabaja con la posibilidad de problemas sociales latentes o eventos que pueden ocasionar riesgos colaterales en el medio ambiente o en los procesos críticos de la mina, ocasionando daños a su producción y su reputación. Por eso, la seguridad patrimonial realiza una labor permanente de gestión de la información y de investigación para anticiparse a eventos que podrían afectar a la operación minera. Conocer la posibilidad de movilizaciones o de bloqueos de carreteras, por ejemplo, puede evitar un desabastecimiento de insumos y pérdidas a la compañía.
En ese sentido, la seguridad patrimonial cumple con una labor predictiva y preventiva, y está preparada para responder de forma eficaz. “Los planes y procedimientos son la columna vertebral del sistema de seguridad y el corazón es el centro de control, desde donde se monitorea, se emite alertas y se guía la forma en que se responderá a cada evento”, dice Giampietri. En el contexto actual del país, un rol importante que cumple el responsable de la seguridad patrimonial es asesorar a los líderes de la organización para una correcta toma de decisiones en asuntos de seguridad.
En estas labores un componente importante es la evolución de la tecnología. Los sistemas para la seguridad minera se complementan con tecnologías modernas, las cuales facilitan y hacen más eficiente la acción de las personas. La gran minería por ejemplo, emplea cámaras térmicas y analíticas, drones de vigilancia, visores térmicos, sistemas de posicionamiento satelital, sistemas de control de accesos, sensores de movimiento, rondas electrónicas, escáneres y arcos detectores. Estas herramientas no solo reducen los costos de operación sino que generan eficiencias.
En los últimos dos años, con la aparición del COVID-19, las áreas de seguridad patrimonial minera cumplieron un rol importante. Las minas debían seguir operando y manteniendo en funcionamiento sus procesos y para ello tenían que trasladar personal e insumos a nivel nacional. El manejo de permisos durante la emergencia sanitaria fue un gran reto de coordinación con las autoridades a cargo del tránsito en las vías.
Giampietri comenta que la receta para una buena gestión de seguridad es trabajar de la mano con los contratistas de vigilancia privada para generar sinergias, anticiparse a la ocurrencia de eventos no deseados y mantener una cultura de seguridad en toda la organización. “Todo esto hace más sólido el sistema y contribuye a la continuidad del negocio”, finaliza.