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El legado de Eduardo de Habich

El ingeniero polaco, fundador de la UNI, se empeñó en la formación de estudiantes para construir el país y afrontar la explotación de sus recursos.

Eduardo Habich

En diciembre de 1869, luego de un largo viaje en barco durante un mes, el ingeniero y matemático polaco Eduardo de Habich llegó al puerto del Callao. Tenía 34 años. Por entonces el Perú vivía aún la prosperidad de la explotación del guano y el Gobierno buscaba en Europa a ingenieros que quisieran venir al país y sumarse a la construcción de obras públicas. 

El contrato firmado por De Habich con el país señalaba que debía permanecer en el Perú al menos tres años y que se encargaría de la creación de una escuela de ingenieros si el Gobierno lo decidía. Al final se quedó a vivir 40 años, como un peruano más; formó una familia, y la escuela (hoy la Universidad Nacional de Ingeniería) fue su gran legado.

Raíces y llegada

Eduardo de Habich había nacido en 1835 en Varsovia, en una familia de noble estirpe. Tuvo formación militar y sirvió al ejército ruso en la Guerra de Crimea, pero luego se unió a los grupos separatistas que buscaban la independencia de Polonia. Su vida tomó otro camino en París, donde en la primera parte de los sesenta estudió en la Escuela de Puentes y Calzadas y se dedicó a diversas actividades académicas, como ser director de la Escuela Superior Polaca, fundada por migrantes.

En el Perú, sus primeras comisiones fueron para realizar estudios de irrigaciones y, luego, fue destacado a los trabajos de reparación del ferrocarril de La Oroya. También integró en 1972 una comisión para redactar el nuevo reglamento del Cuerpo de Ingenieros del Estado con la intención de que el país se tecnifique. Hasta entonces solo podían tener el grado de ingenieros quienes habían cursado estudios profesionales, y como en el Perú no existía una escuela especializada, la mayoría de los peruanos con experiencia en ese campo solo podían aspirar a ser ayudantes de ingenieros extranjeros. 

Escuela de talento

Eduardo de Habich estaba convencido de que el país necesitaba formar a sus propios ingenieros para una mejor explotación de sus riquezas naturales. El gobierno de Manuel Pardo lo envió a Europa para convencer a profesores, conseguir materiales y diseñar los programas para la futura escuela. Finalmente, el 18 de marzo de 1876 se funda en Lima la Escuela Especial de Construcciones Civiles y de Minas, con De Habich como primer director. Aunque comenzaba con estas dos especialidades la intención era que se amplíe a otras carreras, de acuerdo con las demandas de la industria y las necesidades del país. 

La enseñanza tenía énfasis en la práctica con visitas a centros mineros y obras de construcción. Además, se realizaban excursiones para conocer la realidad del país y de los medios de producción. El horizonte para los futuros ingenieros peruanos era grande por lo mucho que se tenía que hacer. Al cabo de tres años en las aulas podían obtener su título. 

Colaborador ilustre

Durante el conflicto con Chile, la escuela —que ocupaba el local de la Casona de San Marcos— fue tomada. Se encontraron otros espacios temporales para seguir dictando clases y cuando la guerra concluyó, comenzó su reconstrucción. 

Del mismo modo, el país debía reconstruirse y Eduardo de Habich fue llamado a colaborar con diversas autoridades. Su capacidad técnica para estudios en carreteras, irrigaciones, planeamiento urbano, ferrocarriles, alumbrado, entre otros, puso los cimientos en el Perú del siglo XX. 

Hasta su fallecimiento (31 de octubre de 1909), Eduardo de Habich seguía siendo director de la Escuela de Ingenieros. Su memoria sigue estando presente en generaciones de estudiantes formados para transformar el país.