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La primera cobertura de Perumin en Desde Adentro

La revista de la SNMPE ha sido testigo de la evolución de la Convención Minera Perumin. En sus páginas, capturó los debates, desafíos y oportunidades que marcaron la minería peruana en un contexto de crecimiento económico, conflictos sociales y búsqueda de la sostenibilidad. Aquí una reseña de la primera de esas coberturas.

En la segunda mitad de la década de los 2000, el Perú vivía un auge minero. Los altos precios de los metales, impulsados por la demanda de China, posicionaron al país como un destino atractivo para la inversión extranjera. En este escenario, la Convención Minera Perumin se erigió como el espacio más importante para discutir el futuro del sector. En sus primeros años, Desde Adentro asumió el reto de documentar estos encuentros. Sus coberturas informaron y mostraron el pulso de una industria en transformación.

Unión de esfuerzos

La XXVIII Convención Minera, llevada a cabo en Arequipa entre el 10 y el 14 de septiembre del 2007, se desarrolló bajo el lema “Unión de esfuerzos para el desarrollo del Perú”. Con más de 20 mil asistentes y delegaciones de 32 países, el evento reflejó un optimismo cauteloso. Jaime Quijandría, entonces presidente de la convención, inauguró las sesiones con un llamado a la interacción permanente entre el Estado, las comunidades y las empresas mineras. Advirtió, sin embargo, sobre las desigualdades en la distribución del canon minero: el 67% de los recursos entre el 2000 y el 2007 se había destinado solo a cuatro departamentos, mientras que 917 distritos compartían menos del 5%. Esta crítica marcó el tono de un debate que buscaría equilibrar crecimiento con equidad.

El entonces ministro de Energía y Minas, Juan Valdivia, intervino para destacar la necesidad de recuperar la confianza de la población en la minería e insistió en que las actividades mineras debían realizarse con excelencia ambiental y respeto hacia las comunidades.

Uno de los ejes centrales del encuentro empresarial del 2007 fue la transformación productiva. Fidel Jaramillo, consejero económico regional del Banco Interamericano de Desarrollo, alertó sobre la escasa diversificación de la economía peruana, aún concentrada en productos primarios. Marisol Aravena, en esos años subsecretaria de Minería de Chile, compartió la experiencia de su país con un fondo de innovación de US$ 95 millones, destacando la importancia de incorporar tecnología y consolidar los clústeres mineros.

Por su parte, Jiahe Zhao, profesor de finanzas de la Universidad de Tsinghua (Beijing), informó a los asistentes sobre la situación de la economía china, ; mientras que Joe Singer, director de Penfold Limited, una trader internacional, recomendó al Perú diversificar su oferta hacia minerales como antimonio, bismuto y tungsteno, esenciales para la industria china. Timothy Ong, presidente interino del Consejo de Desarrollo Económico de Brunéi, enfatizó que la clave del desarrollo estaba en invertir los ingresos fiscales mineros en educación e innovación tecnológica.

Conflictividad, tierra y medio ambiente

La conflictividad social fue otro tema recurrente. Eduardo Morón, en ese entonces director del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, presentó un estudio que revelaba la pérdida de competitividad del Perú debido a la inestabilidad política y los conflictos con las comunidades. Criticó la falta de estándares comunes para las inversiones mineras, lo que generaba que las empresas tuvieran que negociar con 24 gobiernos regionales diferentes. “Pareciera que estuviéramos tratando con 24 países”, señaló. En la conferencia magistral, Adam Kahane, experto internacional en resolución de problemas complejos y quien fuera director de Escenarios Sociales, Políticos, Económicos y Tecnológicos para la Royal Dutch Shell en Londres, propuso una metodología basada en el diálogo y la construcción de confianza para lograr la solución a los problemas del país.

La tenencia de la tierra emergió como un tema también. Manuel Glave, investigador sénior del Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade), expuso sobre las deficiencias en la titulación de tierras comunales y recomendó reglamentar la Ley de Tierras para facilitar negociaciones más transparentes. Mientras que el ministro de Agricultura de ese periodo, Ismael Benavides, admitió vacíos legales y denunció la manipulación ideológica de algunas ONG en contra de los proyectos mineros, por lo que invocó a la población a reflexionar sobre su actitud y considerar que los recursos naturales son patrimonio de la nación y que el país necesita el desarrollo minero para obtener divisas.

El suministro eléctrico también ocupó un lugar protagónico. Álvaro Quijandría, en ese entonces director de Apoyo Consultoría, alertó que, sin inversiones urgentes en ese sector, el sur del país enfrentaría dificultades para abastecer la demanda de proyectos como Cerro Verde, que ya incrementaba el consumo en un 3%. Óscar González Rocha, de Southern Copper, proponía en aquel tiempo la construcción de un segundo ducto de gas natural hacia el sur. Mientras tanto, el documental sobre minería informal producido por el ecologista Antonio Brack Egg evidenció los graves impactos ambientales y sociales de esta actividad y el consultor social Felipe Quea señaló que la minería artesanal operaba en más de 15 regiones y empleaba a 50,000 niños en condiciones deplorables.

Al cierre de la convención del 2007, el entonces Primer Ministro, Jorge del Castillo, abogó por una legislación que priorizara el contacto social y agilizar los trámites ambientales, anunciando una cartera de inversiones mineras de US$ 11,000 millones para los siguientes años y advirtiendo que el Gobierno actuaría con firmeza para imponer el Estado de derecho. Las conclusiones de la XXVIII edición resaltaron la necesidad de fortalecer la institucionalidad, invertir en educación y ciencia, y combatir la minería ilegal con un grupo de trabajo multisectorial.

De esta manera, las páginas de Desde Adentro capturaron la evolución de un sector que pasó de la bonanza a la reflexión profunda. La minería peruana no solo miraba su propia actividad, sino que tendía hacia la integración, la sostenibilidad y el largo plazo.

¿Perumin en Trujillo?

Durante la organización de la XXVI Convención Minera, si bien Arequipa fue elegida sede por quinta vez consecutiva, se consideró seriamente la posibilidad de realizarla en Trujillo. Sin embargo, los organizadores enfrentaron un el obstáculo : de la insuficiente capacidad hotelera de la ciudad de la eterna primavera. Para solucionarlo, se propuso una idea imaginativa: contratar un barco de turismo, similar a los que navegan por el Caribe, y anclarlo en el Puerto de Salaverry para alojar allí a los asistentes al evento.

Aunque la propuesta no se concretó, este hecho anecdótico puso en evidencia dos aspectos importantes de la cumbre minera: la necesidad de que las principales ciudades del Perú estén preparadas para ofrecer servicios turísticos de primer nivel que atiendan la demanda de grandes eventos, y el interés por descentralizar estos eventos.