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Los secretos del viento: un rescate arqueológico en la tierra de los paracas

En medio del desierto iqueño, donde el viento modela la memoria del tiempo, la concesionaria de la distribución de gas natural en Ica, Contugas, no solo tendió un gasoducto, sino que descubrió un paisaje cultural milenario. Su libro, Paraqa: los caminos del viento, documenta este viaje arqueológico que enriquece la historia de la región.

Contugas

En el sur de Perú, donde la aridez del desierto se encuentra con el viento fuerte conocido como paraqa, Contugas, la empresa encargada de la concesión de las redes de distribución de gas natural en Ica, emprendió un proyecto que ha enriquecido la comprensión del pasado prehispánico de la región. No se trataba solo de instalar una red de gas natural, sino de descifrar las huellas de quienes habitaron estas tierras hace miles de años. El libro Paraqa: los caminos del viento, recoge este esfuerzo arqueológico, que entre el 2009 y el 2020 logró identificar, registrar y preservar el patrimonio cultural que descubrieron a su paso.

Como el viento

El título del libro, Paraqa, evoca los intensos vientos que azotan la costa iqueña y que, simbólicamente, barrieron capas de arena y tierra para revelar secretos ancestrales. A lo largo de 294 kilómetros de prospección, desde Pisco hasta Marcona, un equipo de arqueólogos y especialistas recorrió el trazo del gasoducto, convirtiendo las zanjas en ventanas hacia el pasado. El resultado: 25 áreas arqueológicas integradas bajo el concepto de “paisaje cultural”, geoglifos, estructuras, conchales, caminos prehispánicos y contextos funerarios que hablan de una ocupación humana milenaria.

Uno de los hallazgos más significativos, fue la identificación de geoglifos —diseños sobre la tierra— que se suman a las famosas Líneas de Nasca y Palpa. Estos no son simples trazos en el desierto; son expresiones culturales que van desde formas geométricas hasta representaciones de seres antropomorfos y zoomorfos. Según se describe en el capítulo “Intervenciones arqueológicas”, muchos de estos geoglifos fueron realizados con la técnica aditiva, amontonando piedras del entorno para crear contrastes visibles desde lo alto. Su estado de conservación, aunque vulnerable, permitió documentar técnicas y patrones que han enriquecido el arte rupestre peruano.

Más descubrimientos

En lugares como Loma Lodullado, Pampa Biocochino o Cerro Matacaballo (parajes entre la península de Paracas y la ciudad de Ica), los especialistas registraron estructuras circulares y semicirculares, posiblemente utilizadas como paravientos o espacios de actividad ritual. Asociadas a estas, se encontraron fragmentos de cerámica, herramientas líticas y restos de moluscos que evidencian una interacción constante con el mar, a pesar de la distancia de la orilla costera. Como señala el libro, “estas estructuras reflejan una adaptación ingeniosa al medio desértico y una organización social basada en el manejo de recursos escasos”.

Uno de los aspectos más destacables del trabajo de Contugas fue el registro de contextos funerarios “disturbados”, es decir, enterramientos que, por causas naturales o humanas, habían sido alterados. En ellos, la presencia de huesos humanos y ofrendas dispersas permitió inferir prácticas mortuorias vinculadas a periodos prehispánicos, recordando que este territorio fue un espacio sagrado.

La riqueza del patrimonio no se limita a lo arqueológico. El equipo también documentó evidencia paleontológica: fósiles de ballenas barbadas, tiburones megalodón, moluscos y flora antigua, que revelan que, hace millones de años, esta región estaba sumergida bajo el mar.

En Pampa Los Médanos, por ejemplo, se recuperaron restos de cetáceos y conchales fosilizados que hoy son testimonio de un ecosistema marino desaparecido. Estos hallazgos, detallados en el capítulo “Evidencias paleontológicas”, no solo tienen valor científico, sino que enriquecen la narrativa histórica del territorio.

Sostenibilidad y más hallazgos

Sin embargo, el proyecto de Contugas no se agotó en la excavación y el registro. Uno de sus pilares fue la sostenibilidad, materializada en el “Programa de Educación Patrimonial Paraqa”. Este programa, descrito en el libro como “un modelo de gestión cultural integrado”, buscó sensibilizar a la población local sobre la importancia de proteger su patrimonio. A través de talleres, jornadas de limpieza en las Pampas de Nasca y alianzas con instituciones educativas, la empresa logró involucrar a más de 7,000 personas en la defensa de su legado cultural.

Una de las actividades más emblemáticas fue la limpieza de las bermas colindantes a las Líneas de Nasca, ejecutada en colaboración con la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ica, universidades y comunidades locales. Este evento, realizado en el 2017 y el 2018, no solo contribuyó a la conservación del sitio, sino que fortaleció el orgullo identitario de los participantes.

Como se cita en el libro, “la protección del patrimonio es una responsabilidad compartida, y su valor trasciende lo académico para convertirse en un motor de desarrollo social”.

La publicación también destaca la exposición fotográfica en el Museo Julio C. Tello de Paracas, donde se mostró al público parte del material recuperado durante las intervenciones. Esta iniciativa, junto con la publicación de Paraqa, convierte a Contugas en un referente de cómo las empresas pueden integrar la gestión cultural en sus operaciones, asumiendo un rol activo en la construcción de memoria.

Entre los hallazgos fortuitos más notables en zonas urbanas, se cuentan cerámicas coloniales, fragmentos de textiles y hasta una sección de un canal de filiación republicana. Estos objetos, aunque menos antiguos que los contextos prehispánicos, son igualmente valiosos para entender la ocupación histórica de la región. Como señala el registro técnico del libro, “cada fragmento cuenta una parte de la historia, y juntos forman un relato continuo de adaptación y resistencia”.

Legado que perdurará

Quizás el legado más perdurable de este proyecto sea el modelo de gestión que implementó Contugas: un enfoque que combina la investigación arqueológica con la educación patrimonial y la participación comunitaria. Este modelo, detallado en el capítulo “Patrimonio arqueológico y sostenibilidad”, demuestra que es posible desarrollar infraestructura energética sin sacrificar el patrimonio cultural; más aún, que este puede ser un aliado para el desarrollo sostenible.

Al finalizar la lectura de Paraqa: los caminos del viento, queda claro su valor testimonial sobre cómo la arqueología dialoga con el presente. Los más de 12,000 fragmentos cerámicos, los geoglifos documentados y los fósiles recuperados son más que números, son eslabones de una cadena que conecta a los antiguos pobladores de Ica con las generaciones actuales. Como bien sintetiza el libro en sus reflexiones finales: “La identificación y registro de estas evidencias es la práctica tangible de una energía globalizada con la construcción del sector, y un paso crucial para la revalorización de nuestra herencia”.